miércoles, 30 de octubre de 2013

el último poema (37): barroeta y el oficial del kursk

El K-141 Kursk fue un submarino nuclear de la armada rusa que, debido a un accidente, naufragó en el gélido mar de Barents, el 12 de agosto de 2000. Pese a los intentos de rescate realizados con ayuda de equipos británicos y noruegos, toda la tripulación a bordo del Kursk murió. En el bolsillo de uno de los oficiales se encontró la siguiente nota manuscrita:

13.15. Todos los tripulantes de los compartimentos sexto, séptimo y octavo pasaron al noveno. Hay 23 personas aquí. Tomamos esta decisión como consecuencia del accidente. Ninguno de nosotros puede subir a la superficie… Escribo a ciegas.

Seis años después, José Barroeta (1942-2006) escribe su último poema. Hundiéndose en un submarino agónico junto al cáncer, el poeta venezolano afronta su inminente muerte con una hoja y un puñado de versos. «Autopsia a un espejo roto», así podría haberse llamado su texto póstumo, si el poeta aún siguiera creyéndose poeta (de los de metáfora en el ojal). Pero no. El título, «Enero - 4 y 30 a. m.», recoge ya la frialdad quirúrgica de quien ha depurado toda la vanidad del mundo y escribe al dictado de la enfermedad desnuda, en un estremecedor ejercicio de vida.

Sobrecoge asistir al epílogo de dos hombres tan dispares que, siendo devorados por la noche, se aferran a la palabra para ver; regresan a la primitiva percusión de piedras para alumbrar la penumbra en el compartimento definitivo.  

ENERO - 4 Y 30 A. M.

Pasó el año nuevo
y reventaron los pulmones.
En mi pared bronquial
con arquitectura parcialmente alterada
por neoplasia maligna epitelial
las células se disponen en nidos y cestos
fragmentando el sonoro  tejido de la noche.
Soñé contigo.
Nos tendieron desnudos en la mesa de
la Lección de Anatomía.
No pudieron arrancarnos las nubes del cuerpo
la luz del año nuevo parecía un escalpelo
en tu vesícula.
Dormí entre tus cuernos y el día
esperando el roce de las gaviotas.
Tan lejos como estamos del mar
a la hora de los imponderables
vienen siempre un oleaje y un mascarón de proa
para que soltemos las amarras.
Arriba donde el huracán hala
soy tu cadáver
el gran ocio.
Entre tus litorales y el miedo hermafrodita
el epitelio del sexo en alta mar
erecto y en enjambre.


(De Elegías y olvidos,
libro póstumo incluido en Todos han muerto,
poesía completa de Barroeta publicada por Candaya,
cuatro días después de su muerte)

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